Una boda muy especial

Hay mil maneras de organizar una boda y mil lugares en los que darse el sí quiero, pero gracias a su patrimonio histórico, Abadía Retuerta LeDomaine puede presumir de ser un escenario fuera de lo común, rico en espacios y ambientaciones, y capaz de reunir lujo y sencillez bajo el mismo techo. Esta mezcla tan particular cautivó a Delphine y Amadeo para organizar una de las ceremonias más especiales que recordamos en la finca.

De origen belga y holandés respectivamente, a Delphine y Amadeo se les puede definir como auténticos trotamundos. Tras vivir en muchos países, incluido España, y hacer buenas amistades en diferentes lugares, sabían que sus invitados tendrían que realizar un desplazamiento importante para asistir a su boda independientemente de dónde se celebrara. “A los dos nos gusta mucho España, viajamos allí con frecuencia y decidimos que sería allí”, nos cuenta Delphine por teléfono desde Londres.

Mientras buscaban un lugar lo suficientemente especial para reunir a las 200 personas con las que querían compartir la celebración, un amigo les habló de Abadía Retuerta Le Domaine. Decidieron pasar una noche en el hotel para conocerlo de primera mano y la experiencia les cautivó. “Fue uno de los últimos sitios que visitamos -recuerda la novia-, pero nos enamoró su patrimonio, el edificio antiguo tan bien restaurado, la mezcla de tradición, historia y modernidad y la atmósfera lujosa, pero nada ostentosa ni excesiva. El servicio, además, era amable y fantástico, con mucha atención por los detalles. Nos gustó también la calidad de la oferta gastronómica, la ubicación y el hecho de que estuviera rodeado de viñedos”.

Paracaidismo y muchas velas
La suya no iba a ser una ceremonia tradicional, ni mucho menos. Sobre todo, querían disfrutar junto con amigos y familiares durante todo el fin de semana. La finca y su entorno les daba muchas posibilidades para organizar planes paralelos, incluida una valiente sesión de paracaidismo el día anterior a la boda seguida de una barbacoa en una bodega de la zona, o un brunch de despedida el domingo.

Cristina Garicano, groups manager del hotel, recuerda la celebración como uno de los mayores retos a los que se han enfrentado, tanto por el número de invitados como por la complejidad del montaje, que incluía el uso de distintos espacios. La agencia Toni Segui de Barcelona, encargada de organizar el evento, destaca las enormes facilidades que tuvieron en todo momento por parte del equipo del hotel, lo que facilitó enormemente el trabajo.

La personal ceremonia que eligieron los novios tuvo lugar en el jardín del claustro, pero para la cena se eligió la solemnidad de la iglesia del siglo XII. El equipo de Toni Segui suavizó la sobriedad de la arquitectura medieval con elementos y detalles modernos y una clara apuesta por las transparencias: “La silla Philippe Starck fue nuestra aliada para complementar este ambiente”, explican.

También crearon unos soportes de metacrilato en forma de tubos finos y alargados para colocar velas que “nos permitieron dar profundidad y un toque seductor a la atmósfera”. Para Delphine, el momento de la entrada en la iglesia para la cena con todas las velas encendidas, fue uno de los más emocionantes de la velada. La disposición en mesas largas imitando la manera en la que se sentaban los monjes en sus cenas en el monasterio fue el gran toque final para una ambientación impecable.

Brindar con el Selección Especial
El menú, cuidado también hasta el último detalle, incluyó varios guiños a productos muy españoles como el cerdo ibérico, las piparras o una recreación sofisticada de las torrijas para el postre.

Tanto Delphine como Amadeo aprecian la cocina y los vinos de calidad y aunque reconocen que están más familiarizados con los vinos franceses, conocían los tintos del Duero. “Rioja y Ribera son nuestras dos regiones favoritas en España -explica Delphine. No habíamos probado nunca los vinos de Abadía Retuerta, pero hicimos una cata y nos gustaron mucho”.

En la boda, junto a la particular selección de champagne y pinot noir que aportaron los novios, hubo un hueco para un espumoso español, dos blancos de la región vecina de Rueda y el tinto Abadía Retuerta Selección Especial que tan bien resume la personalidad de nuestra finca.

La noche se cerró con una espectacular fiesta en el jardín de la hospedería a ritmo de música. El escenario y la iluminación podían compararse con los de cualquier concierto al aire libre. Otro momento inolvidable para Delphine fue la salida al jardín tras la cena. “No solo por la música, sino por las luces y la manera en la que estaba iluminado el hotel”, recuerda.

Algunos de los huéspedes que se alojaron en el hotel durante la celebración han regresado ya a Abadía Retuerta LeDomaine, y Delphine y Amadeo planean hacerlo muy pronto. “No nos será posible pasar allí nuestro primer aniversario porque tenemos otros compromisos en estas fechas, pero probablemente volvamos este verano”, anuncia Delphine deseosa de rememorar in situ tantos buenos recuerdos.